viernes, 23 de diciembre de 2011

Barreras por todos los lados. Sentimientos limitados. Miradas lejanas pero que en cierto modo solo desean decirte lo mucho que lo sienten. Sonrisas culpables, llenas de mentiras y rencor. Olor a culpabilidad, por todos lados. Apenas el viento ayuda a ahuyentar los miedos. Los que nos hacen encerronas con cualquier otro síntoma: Miedo más dolor, miedo más amor, miedo más felicidad, igual a miedo a sentir más de ese mínimo miedo. Lo que conlleva a no arriesgarse, dejarse llevar por el miedo y no sonreír más de lo justo. El miedo hace que se descompense cada sentimiento. Ya ves, no todo es tan fácil.
Un año que se va dejando atrás días de risas, noches de lloros, idas y venidas. Días en los que levantarse de la cama era peor que un suicidio, donde caerse era jodido pero levantarse era aún peor. Días con la mejor compañía, otros donde la única compañía era yo misma. Gente, mucha gente, millones de personas alrededor pero sola. Días en los que dices “con dos cojones” y luego llega el “yo no puedo”. Días en los que te das cuenta de quien importa de verdad, y ahí es cuando llega la hora de pedir perdón. Días en los que aparecen personas, que ahora son imprescindibles en tu vida. Días en los que hay que decir adiós, aunque duela, aunque joda y aunque te mueras por dentro. Días en los que nada puede ir peor de lo que ya está, y te das cuenta de que todo puede ir mejor. Días en los que realmente quieres ser feliz, sonreír y ver la vida de otro color. Días en ON, días en OFF y días en los que es mejor reiniciar. Días en los que es mejor pasar página, abrir un documento nuevo en blanco y empezar a escribir algo nuevo. Y ahí es donde estamos, en un día, un día como otro cualquiera donde lo único que se quiere es ser feliz recordando lo vivido, aprendiendo y pensando que las cosas pasan por algo, que lo que no mata hace más fuerte, y que si joder, que se puede ser feliz. Ahora hay otros trescientos sesenta y cinco días para conseguirlo. Conseguir ser fuerte, luchar, caer y levantarse, sonreír, mantener aquello que importa y mandar a la putísima mierda aquello que hace daño. Y si no se consigue, calma, que aún nos quedarán más nocheviejas para proponerlo y seguir incumpliendolo.
Las personas somos así, un día vamos y al otro volvemos. Nos conformamos mucho y luchamos poco. Deseamos que nos perdonen, pero no toleramos que nos fallen. Porque sí, todos nos equivocamos, pero está en cada uno aprender de ello y mejorar. Si erraste antes, ¿Por qué no remediarlo? quizá hoy sea el día de cambiar el rumbo de tu vida y dejar atrás lo que tanto te daña. Es ahí donde se encuentra la riqueza de las personas, no en la autocompasión ni en lo dificultuosas que sean las cosas a las que se enfrenta, sino, en su capacidad de caerse y volver a estar de pie una y mil veces.
Sí, puede que no sea la persona más fuerte, ni la más valiente o la más decidida. Puede que me equivoque muchas veces, demasiadas quizás. Puede que me de cuenta de lo que quiero cuando ya no lo tengo, que mi lista de caprichos sea larguísima, que mis paranoyas aumenten día sí y día también. Que los malos momentos sean muchos, aunque los buenos los superen. Puede que complique lo fácil, que facilite lo difícil, y también puede que tropiece cien mil veces con la misma piedra, pero ten por seguro que siempre me voy a levantar. Siempre.
¿Por qué siempre tenemos miedo a cometer el mismo error?. Miedo a recordar lo que pensamos que estaba olvidado. Miedo a volver a mirarle y volverte a enamorar después de todo. Miedo al recuerdo. Miedo a no haber aprendido la lección. Pero te das cuenta de que no puedes hacer nada cuando el propio miedo es tu propia felicidad.

Digamos que he vuelto a tropezar con la misma piedra. ¿Y qué? La gente no lo comprende, se trata de mi piedra, yo decido si quiero pasar todos los días por el mismo camino y encontrarme con ella. Al fin y al cabo, es más cómodo tropezarse con la misma piedra, te acabas acostumbrando a la caída, y por lo menos puedes decir que algo es tuyo de verdad. Total, vayas por donde vayas, está todo plagado de piedras.


Yo elegí quererte y todas las consecuencias que eso conllevaba. Elegí que tú fueses la persona que llenara mis días de sonrisas, elegí que me comieras a besos, elegí también tu voz al otro lado del teléfono. Elegí llorar por ti de vez en cuando, elegí creerme tus verdades y creerme a medias tus mentiras, elegí que no quería otros abrazos, que no quería otras manos agarradas a las mías, que no quería ver por la mañana otra cara que no fuese la tuya, elegí nuestro mes del año y nuestro día del mes, elegí que tú fueras mi locura, elegí llenar el silencio de la noche de nuestra risa. Elegí las idas y venidas, las despedidas, elegí el miedo a fallar, elegí las miradas, elegí temblar, elegí hacerme adicta a sus palabras. Elegí no dejar de recordar cada momento nuestro y dejar huella de lo que algún día fue. Elegí no callarme nada, elegí darte todo, elegí hablar de nosotros cuando hablaba de ti, elegí ser fuerte sin la ayuda de nadie y luchar por un solo motivo, elegí darte todas mis oportunidades, elegí quedarme con tus manías y tus defectos. Elegí discusiones que acababan en abrazo, elegí derrumbarme cuando ya no aguantaba más, elegí seguir queriéndote aun cuando ya no estabas.
Elegí arriesgar y jugármela por ti. Y que sepas que no me arrepiento de nada.

¿Que por qué me gusta? No lo sé. Quizá por sus ojos. Tal vez por su sonrisa. Por sus pequeñas manías. Sus abrazos. Sus besos. Sus obsesiones. Me gusta por su seguridad y por su inseguridad. Por cómo camina. Por ser distinto de los demás. Realmente no sé por qué me gusta tanto ni por qué lo quiero como lo quiero. Pero si fuese necesario, lo gritaría a cada persona que vive en este puto planeta.


Me quedo boca abajo en la cama, recordando todos los momentos. Puedo leer tus mensajes, y sonreír, ver tus fotos y recordar tu voz. Puedo imaginarte, soñarte, desearte, echarte de menos. Puedo pasarme el día entero pensando en ti. Pero quiero más. Quiero besarte, tocarte, acariciarte, abrazarte, sentirte, mirarte. Estar a tu lado. Dormirme cada noche escuchando tu respiración, encontrarte bajo las sábanas y no tener que soñar que me abrazas mientras compartimos almohada.
Me da igual el ¿cómo llegó a mi vida?. Ni siquiera me importó. Me olvidé de mirar atrás, de hacerme preguntas, de cómo pudimos llegar tan alto. Solo sé que me siento segura volando contigo, que cuando te ríes conmigo es más fácil quererte. Y sé que cortarías el tiempo al despertar. Te girarías para besarme, tantas veces como nuestro cuerpo aguantara.
Y entonces a mí, se me olvidaría respirar
Y miro hacia atrás y no hay nada que me interese. Hacia delante, hacia delante es donde hay que mirar. Todos los caminos que nos quedan por descubrir, o quizás no, pero juntos, eso sí. Cuando lo sabes de verdad, como lo sabemos ahora, no puedes explicarlo, simplemente lo sabes, y sé que los descubriremos juntos, te lo prometo. A lo mejor no es el camino más fácil, ni el mas correcto, pero es el nuestro.
He llegado a la conclusión de que la vida es un constante tráfico de sonrisas. Que de vez en cuando hay que aferrarse a algo o a alguien y dejarse llevar. Olvidarse de todo lo que pasa a nuestro alrededor y centrarse en eso, en una sola persona. Lo realmente jodido, es si esa persona se convierte en algo parecido al eje de tu ilusión. Y más jodido es cuando aparece alguien de por medio dispuesto a joderte la poca ilusión que te queda. Que la vida es caerse y levantarse. Y volver a caerse, y volver a levantarse. Y yo no estoy aquí para caer más. ¿Qué más da que no me regales a mí tu primera sonrisa de la mañana? Podrás regalarle a todas tu sonrisa, pero sólo a una el corazón. Y eso, es algo que me he propuesto conseguir.
Mi interior augura una duda absoluta. Alojar besos o mañanas de gloria, girar como una noria en tu duna o bailarte bajo pupilas de euforia. ¡Mira!, y dime a que sabe este aroma, este olor a primavera en el mar, estos clavos de iris negros con sabor a sal, estas ganas de labios y su idioma. No evocar amaneceres que existen, sonreír con los poros de tu palabra, tener el firmamento cuando te vistes y moldear la esencia cristalina de tu alma. Jugármela en la aduana de tu cuerpo, drogarme con los momentos de tu vida, perder rumbo entre mis lunares y tu pecho y alcanzar penitencias de vicio en tu lecho. Mordernos la vergüenza en cada cama, romper el cielo con la risa de tus labios, correr en todos los barrios de las sábanas y decirtelo todo cada mañana.
Y sí, me pueden las ganas, los besos, los labios, tu pelo, no sé. La forma en la que me miras, en la que me tocas o el ruidito que producen tus labios cuando me das un beso. Tus comentarios indecentes, la forma de interrumpir, de ponerme nerviosa, la tontería que tienes encima, tus mensajes, tu forma de reir, tus abrazos o tus manos alrededor de mi cintura, no sé. Solo sé que me sé esa película de principio a fin, que tengo pensado gastarte la próxima vez que estemos frente a frente, tengo pensado dejarte marca, más honda que las anteriores veces. Mira, escucha, que te echo de menos, no te imaginas cuánto. Te quiero, te quiero, te quiero y millones de veces te quiero. Muy por encima del cielo, a miles de millones de años luz..
Es difícil encontrar a esa persona especial, a aquella media naranja que te complementa, que llena tus días, que se sienta orgullosa de todos tus pasos, que poco a poco vaya afrontando esos o aquellos problemas que te afectan a tí pero que ahora también a esa persona. La que da todo por y para tí sin pedir nada a cambio, la que quiere verte feliz cueste lo que cueste, así sin más. Aquella persona capaz de comprenderte, de leerte entre líneas, de hacerte soñar, volar, luchar o cualquier verbo que corresponda.
Y ¿sabes? me siento orgullosa de haberla encontrado.
Quiéres ser mi reina de una noche, un polvo en un coche, un paseo a tu casa con beso en el porche. Quiéres romance, confianza, libertad sin fianza, la pasión del primer día, el amante que no se cansa. Quiéres mordisquitos en la espalda, surtidos bajo tu falda, besitos ricos, clitos, gritos, mordisquitos en la nuca. Te gusta que pierda la calma, que suene la alarma. Quiéres mil besos y caricias, sorpresas y regalos, tol año verano, morir soñando, sólo buenas noticias, bensos, vilmas y micras, cuidao que te vicias. Quiéres ser mi reina o mi ruina, la estrella que me cuída y me china porritos. Quiéres felicidad o dígitos, a veces me repito, tu camino es tuyo, si quieres yo me quito.

Cuando te digo que hagas lo que realmente te apetezca hablo de elegir como quieres ser y quiénes quieres que te rodeen, eso sí que lo puedes elegir y está realmente en tus manos. Hablo de pintarte las uñas de color rojo si te da la gana y de vestirte con las camisas de tu padre. De escuchar a Nach o Morodo o de comer chuches hasta que te pongas mala. Hablo de sonreír tanto cómo te apetezca y de enfadarte si te dan los motivos necesarios. Hablo de saltar por la calle y gritar las veces que te dé la gana tu canción favorita, su nombre o el tuyo. Hablo de mirar el cielo las veces que te dé la gana y de ponerte tonta si te hacen cosas que no te gustan. Hablo de caminar no como los demás si no como tú sabes y de ser tú. Hablo de encerrarte en tu habitación y ponerte los cascos con la música a todo volumen si te apetece. Hablo de querer, hablo de sufrir y de aprender de los errores. Hablo de confesar tus secretos a quién quieras y a quién te dé la gana. Y sobre todo, hablo de conocer a ese chico y quererlo porque la verdad, no sabes todo lo que te puede llegar a cambiar la vida.


Como cuando sin quererlo ocurre. Esa sensación que marca tu puta existencia, que te complementa, que te deja el corazón al más rojo vivo. Como si de un momento a otro fuera a llegar a su fin, como si por más que tú no quisieras fuera a salir por tu boca, para
ir a dar una vuelta en bici. Y no puedes evitarlo, y a la vez que una pícara sonrisa ilumina tu cara, el miedo empieza a corroer tu mente. Como no saber que hacer, como no saber como decirlo.
Pero en el fondo, ¿sabes lo que pasa?. Que me cuesta mucho decirte que conocerte, encontrarme contigo, me cambió la vida. ¿Y sabes que es lo que me cuesta aún más decirte?. Que me la cambió para mejor. Me da igual todo lo que pase, todo lo que venga, quiero estar a tu lado, toda mi vida, de niña, sin saber decirte las cosas y sacandote de quicio, pero a tu lado.
Cojo aire, cuento hasta tres y salgo, salgo delante de todo el mundo, del público expectante deseoso de que ocurra algo horrible, algo curioso, algo precioso, algo inesperado; con la cabeza alta pero sin mirar fijamente a nadie, disimulando, aparentando que no tengo nada que ocular, armándome de un muro infranqueable, preparada para la batalla, para recibir, para sentir, para contestar, para arrepentirme, para llorar, para echarte de menos, para estar contigo, para mentir, para ser sincera, para olvidar, para recordar, para querer, para odiar, para ignorar, para luchar, para callar, para hablar, para sufrir, para disfrutar, para sobrevivir.
Y supongo que es así, cuando menos te lo esperas todo cambia de rumbo. Nada te parece igual al volver abrir los ojos, lo único que esperas es que él este a tu lado al despertar. Y mirarle. Escucharle hablar de todo aquello que le hace sentir bien, reír con él y dejarte llevar. Buscar nuevos caminos. Nuevas miradas que hagan olvidar algo de aquél dolor. Dejar de nuevo las puertas del corazón entre abiertas, sin miedo. Sentirte especial sólo por la forma en la que él te trata. Enamórate, enamorarle, enamorarnos. Pasarnos horas y horas hablando. Mirar el móvil antes de acostarme para leer alguna de sus tonterías acompañadas de unas buenas noches. Sentir su nerviosismo al contacto de mi mano. Asustarme de lo que siento. Contarle mis mil y un defectos, y su forma de hacerme sentir bien. Especial. Si, supongo que esa es la verdadera palabra.
Me has ido recomponiendo el alma pedazo a pedazo. Gracias a ti he conocido como se sueña estando despierta y como en las discusiones se puede conservar un amor sin enfriarse o disiparse. Ahora sí creo que todo vale y todo cabe en este mundo, pero todo me sobra si permaneces tú. Si al llenarme de caricias se me olvida qué hora es y quién hay fuera de estas cuatro paredes. Nada me importa porque desde que me besas ya no me encuentro, prefiero estar perdida entre las arrugas de tus sábanas. Volverme loca cuando tus manos me rozan o cuando me apartas el pelo de la cara.
Quisiera inmortalizar cada segundo contigo, inmortalizar esas miradas que son la razón por la que sigo en pie. Guardar cada mensaje, cada palabra bonita, cada frase de aliento en los momentos malos. Sólo tú haces que sonría como una tonta por cosas que a los demás les pueden parecer banalidades, pero no me importa, me importas tú y saber que te quiero. Que te necesito y que con sólo tenerte me importa poco o nada todo lo demás. Porque si me quedas tú ya tengo fuerzas para seguir.
¿Sabes? Yo tambien sé porqué le quiero. Porque hace las cosas fáciles, porque si tuviera que elegir un sitio para vivir, sería su cuarto o el mío, porque debajo de las sábanas de la cama el mundo es tan pequeño que parece que no puede pasar nada más. Y a mi no me hace falta que pase nada más si estoy con él.
Tú. Puede parecer una simple palabra, un simple pronombre personal. Pero llega un momento en el que comprendes que no es así. Es extraño como algo tan sumamente simple, puede llegar a determinar tu vida. No entiendo cómo puede hacer que cada mañana me levante, me mire al espejo y me diga a mí misma que soy la persona más afortunada del mundo por tenerte.
Puedes estar minutos, horas, días, semanas o incluso meses analizando una situación, esperando a que ocurra algo. Intentando poner las piezas en su sitio, reconstruyendo lo que en su día se rompió, justificando lo que pasó o lo que pudo pasar. O simplemente puedes dejar aquel destrozo en el suelo y seguir adelante.
Ojalá pudiera decirte algo. Ya sabes, alguna tontería de esas que te hacen sonreír como un idiota. Pero no encuentro nada que sea capaz de acercarse a lo que siento. Podría decirte cualquier cosa, y no quedaría mal. Soy un manojo de nervios, no tengo pedal de freno o no funciona. Yo cambio, me muevo gracias a ti. No sé lo que va a pasar. Pero ahora, ahora daría la mitad de los años que me quedan por verte sonreír, como solo tú sabes.

A veces necesitas un poco de tranquilidad porque te cansas de ir a contracorriente, de sentir todo ese peso contra ti. De esa falta de aire, esa presión en el pecho. Todo te pesa. Todo es como una bofetada enorme, un corte seco.
A veces necesitas un respiro, una pausa.


Para mí la suerte es darte cuenta de que existe algo que te inspira, que te alivia, algo con lo que te sientes realmente bien y con lo que no necesitas nada más, algo que realmente te gusta. Es saber que existe alguien al que darle los buenos días todas las mañanas, por quien te levantas con una sonrisa, alguien que te hace sentir que solo importas tú. Para mí la suerte es tenerte cerca, no perderte, saber que estas ahí, besarte, necesitarte, quererte cada día un poco más.

Otra vez esa sensación, otra vez esa sonrisa que se dibuja en mi cara sin ninguna explicación, otra vez esas ganas de abrazarle en cualquier momento. Ganas de reírte y de llorar al mismo tiempo, ganas de comerte la vida tú solita y no dejar nada para los demás. De ser feliz, a su lado. De dejar de pensar en lo que va a pasar y empezar a pensar en lo que está pasando. Ganas de bailar y de reír, de beberme el miedo.
¿Yo? Tengo ganas de ti.


Voy a comerte la boca a cada milésima de segundo. A clavarte mis pupilas como si fueran chinchetas. Mandaré a mis labios de excursión por tus orejas susurrando palabras sin sonido. Me volveré muda, hablándote con las manos que son las que mejor se entienden. Para el reloj. Me importa una mierda la hora que sea. Si es de día o es de noche a nosotros no nos afecta. Las estrellas las veremos igual, y el calor del sol nos cocerá a fuego lento. Súbete conmigo a esa montaña rusa donde el ritmo lo marca los latidos de mi pecho. Donde tú y yo lo único que tenemos que hacer es dejarnos llevar. Donde voy a quererte hasta la última letra de tu nombre. Porque eso es lo que me apetece hacer hoy y todos los días de mi vida.
Que no hay monstruos en el armario, ni los reyes magos te vigilan para ver todo lo malo que haces. Sé que los malos son muy malos, y los buenos no son tan buenos. Créeme, que he aprendido que los conciertos están para dejarse los pies, y la voz. Que los besos a escondidas saben mejor. Que un baño de agua fría a veces sienta tan bien como uno de agua caliente. Que el mundo está plagado de personas agradables, y a la vez, de personas que no merecen ser llamadas personas. Ahora sé que no hay calcetines para el pie izquierdo, ni para el pie derecho. Que los tacones a las cuatro de la mañana en una fiesta, ya no están en los pies. Que las medias se rompen muy fácilmente, y que el pintalabios rojo no se borra de las camisas blancas.
Y lo más importante, sé que de siete días a la semana, yo te quiero ocho.
Hagamos un trato. Yo te llevo el desayuno a la cama, no digo una vez eh, digo todos los días de mi vida. Fútbol lo justo, algún partidillo poco más. Y te prometo que jamás tendre tripa.
A cambio de eso no te pido nada. Simplemente que estes conmigo. Ese es el trato.
Porque él es el tipo de persona de la cual eres incapaz de cansarte, alguien que con un lo siento y un abrazo hace que le perdones hasta las cosas más imperdonables del mundo entero, él es una persona que no importa lo lejos que puedes llegar a estar, que siempre vas a sentir contigo, es aquel que por muchas cosas malas que haga, tú siempre vas a ver las buenas, alguien que te vacía lentamente, pero que a la vez te llena de una manera difícil de explicar al mundo. Y ahora me diréis que estoy loca, pero no, todos estamos locos, supongo que así funciona la especie.
Podéis destrozar todo aquello que veis, porque él de un soplo lo vuelve a crear, como si nada. Él borra las horas de cada reloj y me enseña a pintar transparente el dolor, con su sonrisa. Levanta una torre desde el cielo hasta aquí. Y me cose unas alas y me ayuda a subir, a toda prisa, a toda prisa.
Le quiero a morir.
Sigo intentando quitarle al reloj sus minutos, sin consegirlo, me giro y estás, siempre estás, jamás dudo de ti, porque entre todos eres único y tú lo sabes, porque entre tanta gente he sido la persona más afortunada del mundo por encontrar un ingeniero, que crea sueños y construye mi futuro, nuestro futuro. Que me hace reír, que me hace sentir una princesa, que abre los ojos al máximo para verme, que se ríe, se ríe y es tan guapo, tan bonito, tan bueno, demasiado bueno, porque él es, y nadie más sera.
Lo cierto, es que lo que te hace vibrar de pies a cabeza, dura una fracción de segundo. ¿Alguna vez te has tirado a algo sin saber lo que pasaría después?. ¿Alguien te ha dicho "No lo hagas, saldrá mal" y aún así, lo has hecho?. ¿Has hecho algo estúpido, lunático o desquiciado simplemente porque querías hacerlo?. Pues te hablo de eso, de la décima de segundo o incluso menos. Del instante exacto en el que te estás tirando al vacío sin saber si habrá algo abajo que te recoja o te vas a dar la hostia del siglo, y en ese pequeño espacio de tiempo solo te preguntas "¿Por qué lo he hecho?". No hay respuesta para esa pregunta, no hay ninguna razón para hacerlo, porque no hay lógica en el asunto, y precisamente por eso, porque es un impulso que te recorre la columna como una corriente eléctrica que te hace casí morir de felicidad en estado puro, brutal, arrollador, desquiciante, precisamente por eso, es lo más ilógico, irresponsable y estúpido que hay en el mundo. Pero, sin duda, es lo mejor que ahí, porque si no te arriesgas a vivir, ¿qué te queda?.
Arriesgarme, sentir de nuevo, mirar hacia el futuro. No temer al sentimiento más bonito que existe. Arriesgarme y confiar en que todo puede salir bien, aunque sea una vez. En que no todas las personas van a hacerme daño. Mirarte, y saber que no me estoy equivocando. Que esto tiene que salir bien. Que antes de un siempre, prefiero un principio. Un recorrido junto a ti. Que cuando te miro, sé que no eres como los demás. Que esa sonrisa tiene que seguir alegrándome cada día.
¿Nunca has tenido esa sensacion de tocar el cielo con tus propias manos? La de estar lo suficientemente segura para comerte el mundo, con o sin ganas. La de correr dejando caer atrás la de metas ya alcanzadas, la de sueños ya conseguidos y la de deseos ya cumplidos. La misma sensación de sonreir por no encontrar motivos, o la de llorar por la misma cuestión anterior. Cuando presientes que está al caer una nueva etapa, que se aproxima lo bueno, y que ahora lo que toca es ser feliz. Pues yo también me he sentido así, capaz de demostrarle al mundo que si quieres, puedes. Que sin metas, no hay propósitos. Que sin propósitos, no hay ilusiones. Y que sin ilusiones, no existen razones por las que llegar a la meta.
Y justo entonces, llego a rozar la calma, cada vez que lo hace, cada vez que sonríe. No sé cómo ni de qué forma, ni la razón por la que reacciona así, pero basta estar en la peor situación, para que llegue y te la convierta en una de las mejores. Y podría perderme en sus ojos, en cada gesto, en cada estupidez que sale por su boca, en la forma en que rechista, o en la forma en que se excusa, en cada detalle, en cada abrazo, en cada beso, en cada por qué, o en uno de tantos te quiero. Y seguiré riendo, llorando, encontrando excusas fáciles, o mis más propias confusiones, pero sin lugar a dudas, siempre habrá una única forma de calmarme y hacerme sentir bien, y con eso me basta porque, cada vez que lo hace, cada vez que sonríe, llego a rozar la calma.
Sentir que hay algo nuevo es mágico, sentir que hay algo por lo que vamos a intentarlo. Piensa que aún hay días que todavía están llegando, piensa que hay canciones que jamás has escuchado, piensa lo que te queda por hacer. Piensa que hay historias que nadie te ha contado, piensa que hay lugares que nadie te ha enseñado, piensa en lo que te queda por hacer.
Las personas, ahora, camuflan lo que sienten. Regalan sonrisas y marcan las miradas. Seleccionan los momentos con una fecha. Dejan las historias sin final. Olvidan lo que sienten antes de que les de tiempo a saberlo. Ahora, se dice "te quiero" como quien dice "hola". Los besos se regalan, y los calentones en cualquier parque a cualquier hora de la tarde son rutina.Si eso les llena, vale, pero eso no es para mi. Porque, joder, cuando digo "te quiero", es porque te quiero, de verdad, sin contratos, sin papeles, sin interés, y con todas las consecuencias que conlleva hacerlo.
Que no soy capaz de imaginarme sin ti, que tengo el corazón bebiendo los vientos por ti.
Yo soy un pirata y tú tienes el mapa de mi tesoro y no me cambio por nadie, yo me quedo contigo, que no hay un sitio donde yo esté más agusto que durmiendo en tu ombligo.
Y no, antes de que preguntes, no lo sé. Sólo se que me sonries y sonrio yo, como una autómata, como si tu sonrisa arrastrara a la mia a traves de un hilo invisible. Se que me gusta tu boca, que te abrazaría al menos 500 veces al dia y que me alegro cuando sé que te voy a ver. Se que te recuerdo a menudo, demasiado a menudo quizás, que me encantaría saber qué piensas de mí. Sé que cuando me preguntas '¿ Qué tal ?', te diría 'Bien, con ganas de ti'.
Hoy, en el día de cualquier año, en el año de cualquier siglo, en mis plenas facultades mentales, difícil y asumiendo cuando digo y escribo, declaro que me declaro culpable. Culpable de todo lo que no hice, de todo lo que no he visto, ni oído. De las palabras que no dije a tiempo y de las otras, que nunca aprendí. Me preocupé por cosas que jamás sucedieron y pase gran parte de mi vida en sitios equivocados, en horas equivocadas, con gente equivocada. Declaro que llegué tarde a todas las citas, que no estuve nunca antes, en ninguna parte, que encontré la primavera florida, la tierra de partida y el cielo prometido, que todo lo que tengo es más de lo que me falta, lo que creía, no lo creía después, y que cometí el peor de los errores. Soñé en un mundo de pesadillas. Declaro también, que no hay más cierto que nuestro pasado en la vida, ni nada más falso, que nuestra vida al pasar. Que es feliz aquel que no quiere nada, y que no sabe nada, que no se pregunta nada, y que no se da cuenta de nada. Y que de una mano temblorosa, puede caerse el amor que en ella hay, que todo lo que no se da, no se acumula, se pierde. Que todos somos al fin y al cabo, esclavos de algún vicio o de alguna virtud. Que he sido fiel solamente a mis dudas, y que el hombre, más libre que conocí, iba atado al corazón de una mujer.
También sé como suena el sol al estallar, y como silba alguien que acaba de echar un polvo. El número exacto de veces que respiras por minuto, y el de fragmentos de cristal que quedan al romperlo todo. Tu número de la suerte, la de días y noches que he tenido que esperar para verte sonreír. A cuantos decibelios equivale tu gemir. Los pisos que tengo que subir para besarte, y los segundos que van a pasar entre que me digas que me quieres y yo sienta un escalofrío. Cómo encender tu corazón sólo con desearlo. Las horas de diferencia entre el movimiento y el resultado, entre tus manos y mi frío. Como salia tu sonrisita inmediata cuando mentías.
Un ruido de silla que se mueve, como si la hubiesen empujado. Después silencio. Ese silencio pleno. El silencio de los besos. Ese que habla de sueños y fábulas, de tesoros escondidos. Los más bellos. Y ella lo sabe. Y mientras aprieta con más fuerza la almohada piensa que quizá el amor verdadero sea un amor simple hecho de días juntos, cada cual con sus propios deberes y aficiones. Un amor hecho de risas y bromas, de proyectos que realizarse. Puede que sea preciso viajar antes de saber cuál es la meta adecuada para nosotros. Quizá cada vez que amas sea la primera.
Hablo de él. Hablo de cómo alguien se convierte en motivo, acción y la fusión de ambos, de como el segundero tiembla cada vez que da un paso si él no está cerca, de cómo conjugar su sonrisa en gerundio y decir "no" cruzando los dedos. Hablo de joder al velocímetro de su pecho, de revolucionar los horarios y olvidar el sueño por los sueños,
de hacer el amor y que el amor nos haga estar así, de vivir entre puntos suspensivos y olvidar los de sutura.
Hablo de él.
Para darme cuenta bastó sólo una mirada, una mirada que giro mi vida 360 grados. Él me miró de una forma diferente, él me trajo de nuevo a la vida. Me dio sin darme nada, todo lo que siempre había necesitado, fue mi razón para vivir, para dejarlo todo atrás. Me arrepiento de muchas cosas, pero no cambiaría por nada del mundo un úlitmo amanecer a su lado. Si este es el precio que debo pagar por haberle querido, no hay nada en toda mi vida que me haya salido más barato.

viernes, 16 de diciembre de 2011

- ¿Cuánto es lo bastante borracho?
Depende de las células del cerebro, con cada baso de alcohol terminas con cientos de esas células, pero eso no importa porque tenemos millones...
Primero mueren las de la tristeza, así que estás sonriente , luego mueren las del silencio y todo lo dices en voz alta aun que no aya ninguna razón pero eso no importa por que después mueren las de la estupidez y hablas con inteligencia y por último las células de los recuerdos....................................................., esas son difíciles de matar.
¿Cómo coño quieren que me porte bien? Si de pequeña veía que Tarzán andaba desnudo, Cenicienta llegaba a media noche, , Batman conducía a 320 km/h, la Bella Durmiente era una vaga, Blancanieves vivía con 7 tios, Caperucita no le hacía caso a su madre, Betty Bop iba vestida como una fulana, Pulgarcita tiraba migas por todas partes y Popeye fumaba hierba... Por favor, ¡No me jodas!
Nunca tenemos un término medio, nos queremos a morir o matámos por querernos..Me hiciste cruzar la línea que un día tu mismo pintaste, me hiciste saltarme semáforos en rojo sabiendo las consecuencias. Sin embargo yo puedo ser los viernes por la noche, y tu los domingos por la mañana;Puedo ser la Barbie y tu el Ken, yo Julieta y tú Romeo. Puedo quererte los días pares y tú a mí los impares, yo seré quién ponga las normas y tú quien se las salte. Yo puedo ser lo que tu quieras, tu ya eres lo que quise yo