viernes, 23 de diciembre de 2011

Y justo entonces, llego a rozar la calma, cada vez que lo hace, cada vez que sonríe. No sé cómo ni de qué forma, ni la razón por la que reacciona así, pero basta estar en la peor situación, para que llegue y te la convierta en una de las mejores. Y podría perderme en sus ojos, en cada gesto, en cada estupidez que sale por su boca, en la forma en que rechista, o en la forma en que se excusa, en cada detalle, en cada abrazo, en cada beso, en cada por qué, o en uno de tantos te quiero. Y seguiré riendo, llorando, encontrando excusas fáciles, o mis más propias confusiones, pero sin lugar a dudas, siempre habrá una única forma de calmarme y hacerme sentir bien, y con eso me basta porque, cada vez que lo hace, cada vez que sonríe, llego a rozar la calma.

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